sábado, 18 de abril de 2009

Tatuajes en la cara


Me he caído.
De morros.
Al suelo.
Qué le voy a hacer si soy vieja y mis reflejos ya no son lo que eran. (Aunque debo reconocer que nunca he tenido una gran inclinación por la actividad física y siempre he sido bastante patosa).
Me he roto la nariz.
Una fisura. Nada grave pero bastante antiestético. Estoy convencida de que si fuera a la policía y denunciara malos tratos por parte de mis nietas nadie lo pondría en duda. Ventajas de que hoy en día los jóvenes seáis todos unos cafres sinvergüenzas.
Me caigo bastante.
Y como no me da tiempo a reaccionar, siempre es mi cara la que primero toca el suelo. (Por fortuna hace tiempo que perdí todos mis dientes, salvo un par de ellos que se resisten a abandonar mis encías y que me sirven lo mismo para cortar, desgarrar y triturar).
La última vez fue en un restaurante nada más entrar. Nos invitaron a los cafés. Mi nieta la pequeña dice que podríamos hacer negocio si me tiro en plancha cada vez que salgamos a comer. Será zorra. Aunque la idea no es mala del todo. Total, puestos a darse un buen porrazo hay que saber sacar algo bueno del asunto.
Hoy me he caído por culpa de una manguera que había en mitad de la calle. Salía de un camión de gasóleo. Me he fijado en el nombre. Que tiemble la petrolera porque este moratón que me decora la cara les va a salir bien caro.
Mi médico dice que debería usar bastón.
Y un cuerno. Eso es para viejos chochos. Lo que me faltaba. Si transijo en ese punto pronto querrán meterme en una residencia. Antes muerta que dejar que mi nieta la licenciada se quede con mi piso.
Prefiero continuar con el tatuaje de la baldosa de Bilbao en la cara.
No queda tan mal.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Mensaje para la licenciada: "Si te crees que te vas a quedar con el piso de la abuela, que sepas que antes te quedas calva, zorrita"

Anónimo dijo...

Acabo de descubrir esto de los comentarios.
Pelearos por mi piso, sí. Pero que sepáis que me pienso enterrar en el entresuelo.