sábado, 31 de octubre de 2009

Yo, mártir

Recuerdo otro 31 de octubre.
Llovía.
Llovía mucho y hacía frío, porque en aquellos días llovía y hacía frío cuando tenía que llover y hacer frío. Y no como ahora.
Yo, sin embargo, estaba empapada en sudor y los dolores eran insoportables.
Por aquel entonces no había calmantes para aliviarme, como mucho un palo para morder y una cierta permisividad en lo que a insultos contra Dios se refiere.
Me pasé 15 horas sudando, sufriendo, sudando, sufriendo. Maldiciendo.
Hasta que se dignó a venir al mundo.
Gordita, fea, arrugada. Sucia.
De eso hace 57 años, pero lo recuerdo como si fuera ayer. Y me sigue doliendo como si hubiera sido ayer.
No entiendo por qué se celebran los cumpleaños de los hijos, la verdad. Lo que debería celebrarse es el valor de las madres, su tolerancia al dolor, su capacidad para pasar por un infierno de calambres, sangre y gritos para que el resultado final sea una pasa jugosa y maloliente que te dará un disgusto tras otro.
Les das la vida, los alimentas, los vistes, tratas de educarlos, y ellos se cagan por todas partes, vomitan, te contestan, se escapan de casa a la hora de la siesta y al final te dan tres nietas que se dedican al terrorismo contra la tercera edad.
Hoy debería celebrarse mi grandeza y no el que mi hija esté cada vez más cerca de los 60. Los regalos deberían hacérmelos a mí, la fiesta debería ser en mi honor. Pero como mucho podré aspirar a un trozo de tarta.
Pues nada, hija. Que sepas que todavía te guardo rencor por las estrías, las varices y demás lindezas del embarazo, aunque me consuela saber que tú pasaste por lo mismo.
Tres veces.
¿No fue divertido, verdad? Pues prepárate. Porque a partir de ahora las cosas irán de mal en peor.
FELIZ CUMPLEAÑOS.

6 comentarios:

Yoryi dijo...

Jajajajaja que razon tiene Doña Maria, es usted genial.

Doña María dijo...

Querida Yoryi-d,
te aseguro que mi hija no piensa como tú. Ni hubo pastel ni tampoco un mísero gracias por tomarme la molestia de escribirle una entrada en mi blog.
Asco de hijos. Cría cuervos...

Dara dijo...

Cincuenta y siete años de rencor son muchos, Doña María. Así le va a saber agrio el pedazo de tarta.



miau
con
bufanda

Camaleona dijo...

Ja, ja, ja... mi madre siempre dice que tuvo cuatro embarazos y cuatro abortos... ahora empiezo a entender porqué...

Verónica Sedgwick dijo...

la verdad esque el texto me ha encantado, siempre puede hacerse un autoregalo y comerse cualquier dulzaina en su propio honor, yo la felicito :)

Doña María dijo...

Querida Dara,
cincuenta y siete años no son nada. Un suspiro. Y los que aún me quedan para seguir guardándole rencor.
Querida Camaleona,
tu madre es una mujer muy sabia. Las madres lo somos. Y las abuelas aún más.
Querida Veronique,
gracias por la felicitación. Es la única que he recibido y sin duda me la merecía ¿o no?