domingo, 4 de octubre de 2009

Y el séptimo día...limpió

A veces, los iluminados que escriben los horóscopos del periódico son la monda.
Según mi nieta la licenciada el mío hoy decía:
“Los fines de semana son para descansar”.
Y lo creas o no, hijo, la frase iba con retintín, porque llevo 48 horas sin un minuto de descanso.
¿Qué he estado haciendo?
Limpiar.
He limpiado las ventanas y lavado las cortinas.
He fregado los suelos y pasado la aspiradora.
He quitado el polvo (Sí, debajo de los manteles de ganchillo también).
He sacudido las alfombras y cambiado todas las sábanas.
He puesto cuatro lavadoras y planchado tres toneladas de ropa (bragas, toallas y sostenes incluidos).
He restregado los azulejos de la cocina y el baño y mis manos se han introducido en lugares donde crecía la mugre y una fauna particular adaptada a condiciones de vida extremas.
Les he dado un repaso a las lámparas y me he llevado un buen calambrazo.
Mientras intentaba resucitar las plantas que tengo en el balcón me han dado tentaciones de acabar con mi sufrimiento, pero me ha frenado el miedo a que el resultado no fuera la muerte sino quedarme en una silla de ruedas.
¿Limpieza de primavera en Octubre?
No.
Es que mañana, después de un mes, vuelve de vacaciones mi asistenta. Y no voy a recibirla con la casa hecha una pocilga ¿no?



(En honor a la verdad, puede y sólo puede, que yo me haya pasado todo el fin de semana sentada en el sofá supervisando los trabajos de limpieza y levantando los pies para que mi hija pudiera pasar la escoba por debajo. Pero sólo es una posibilidad)

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