lunes, 22 de marzo de 2010

De melones y carretas

Acabo de darme cuenta de que hace mucho que no te doy una lección, hijo. Seguramente a estas alturas estarás asilvestrado, corriendo libre por los prados sin una mano firme que te guíe. (A saber lo que estarás haciendo con las cabras).
Pero no te preocupes, que tu abuela postiza ha vuelto dispuesta a meterte en vereda. Deja que te cuente un cuento con moraleja.

Érase una vez una muchachita a la que llamaremos... María. Nuestra protagonista tenía sólo trece años pero era una adulta en toda regla. Había superado una guerra, se encargaba de mantener una casa y criaba a sus hermanos pequeños mientras sus padres trabajaban en el campo.
Pero a la joven María le faltaba algo para ser una mujer completa. Había algo de lo que carecía que la hacía profundamente infeliz.
La pobre María no tenía tetas.
Su cuerpo no había terminado de desarrollarse y daba lo mismo mirarla por delante que por detrás. De frente, plana como una puerta. De espaldas, lisa como una tabla. De perfil, un palo de escoba.
Además, era la única de sus amigas que carecía de una buena delantera. La Jacinta hacía años que usaba sostén. A la Tomasa le habían crecido de repente dos buenos me...locotones. Y la Javiera se enorgullecía de mostrar a la menor oportunidad su bien provisto escote.
María estaba desesperada. Se miraba y remiraba en el espejo del armario echando los hombros hacia atrás e inflando los pulmones. Como si la contemplación fuera suficiente para obligar a sus renuentes pechos a crecer.
Pero no crecían.
Y no lo hicieron durante el otoño, ni tampoco durante el invierno, ni durante la primavera, ni siquiera a lo largo del verano, cuando más los necesitaba.
Hasta que un día, cuando estaba a punto de aceptar que tendría que rellenar su sostén con pañuelos durante el resto de su vida, sucedió. Pop. De la nada surgieron un par de ciruelas. Pequeñas, enanas de hecho. Pero comenzaron a crecer.
Y siguieron haciéndolo durante el otoño y durante el invierno y durante la primavera y para cuando llegó el verano, sus ciruelas habían superado el tamaño de las manzanas de la Jacinta y el de los melocotones de la Tomasa y el de las naranjas de la Javiera. Y con el tiempo se convirtieron en algo digno de aparecer en algún libro de los records.
Fue así como, después de haber esperado tanto tiempo, María se convirtió en toda una mujer y en la embajadora mundial de los melones de Villaconejos.
Fin.



Moraleja:
...
Pues ahora mismo no me acuerdo, pero sé que la tenía. Era algo relacionado con esperar y desesperar pero se me ha ido el santo al cielo. Es que me he dado cuenta de que la pobre María tal vez debería plantearse una operación de reducción de pecho porque cuando estire la pata no sé yo si le cerrará la tapa del ataúd.

27 comentarios:

Pilar Cabero dijo...

Ay, eso me trae a la cabeza el dicho:
Ten cuidado con lo que deseas... pues se puede hacer realidad.
Pobre María, no quiero pensar en su espalda.
Besitos

Nieves LM dijo...

Pobre María, ni tanto ni tal calvo. Besos.

Alís dijo...

De tanto desear, se le cumplieron con creces los anhelos. Cierto que hay que tener cuidado con lo que se desea, aunque que no cierre la tapa del ataúd es el menor de los males.
Me gustó tu blog. Volveré por aquí.

Kyra Dark dijo...

Me troncho!! A veces es mejor dejar de esperar. Porque luego pasa esto y te tiras desesperando toda la vida!!! XDD
Qué grande, Doña!!

Anónimo dijo...

ajajja! ya quisiera yo tener unas asi pero mas peques!

- Bella - dijo...

Lo bueno se hace esperar...¡Pero luego, toma! xDDD Me ha matado el cuentecillo Doña María.
Pobre María, bien cierto lo del ataúd...

Lhyn dijo...

"El que esperar puede, alcanza lo que quiere [o lo que cree querer]"
Mira la pobre María con sus melones, van a tener que hacerle una ataúd especial XDD

Genial, Doña María, como siempre. Me ha alegrado usted la tarde.

Noelia Amarillo dijo...

Que bueno!!! me ha matado usted Doña Maria!!

ANA dijo...

se pueden contar las cosas de muchas maneras, señora maría, pero es que usted... ayyy... qué daría yo por empezar de nuevo!!!!... jjajaja

Me encanta!!!!

Marie dijo...

A sus pies, doña María (de un modo ficticio, ya que todos sabemos lo que le cuesta a un viejo meterse a la ducha). Genial y fantástico!


PD/ si pensaba usted que nadie se iba a dar cuenta de que la del cuento es usted, va lista...

♥ Ana ♥ dijo...

Doña María me encanta su blog y esta historia de las ciruelas convertidas en melones con su extraña moraleja.

Un saludo

Dinsmoor dijo...

Doña María, cuánto la entiendo, cargo en mi pecho...la herencia de la familia.
No se preocupe que el cajón cerrará, con la edad (y malos sostenes) empiezan a irse para abajo y para los costados XD
Un beso!

Kiwi dijo...

xDDDDDDDD
Pobre María...
Creo que deberías instarla a que se redujera los melones al tamaño de melocotones. Es lo que piensa hacer mi madre en cuanto tenga pelas (una 120 mas o menos da muchos, muchos problemas... y no solo con los hombres)

Qué mas da que tenga chica o que no. La cosa es que sepa utilizarla... creo...

Bueno, eso.
Supergenial, como siempre... Me arrancas la risa, felicidades por eso.




:D

Consuelo dijo...

Doña maria no estara contando acaso su historia?? XD .. que mal lo del ataud :S tendran que hacerle uno a medida jajaja ..

Helena dijo...

Ay Doña María, tanto lo deseó que acabó por cumplirse...¿no sabe que cuando se desea tanto una cosa, el universo se la concede?... ah... entonces no estaba pulbicado el libro de "El secreto". ¡Qué lástima! si lo hubiera leído y lo hubiera aplicado anora no tendría ese problema. Pero no se desepere. mujer, ¿no ve como otras se gastan una pasta poniendo silicona? Esta de moda...jejeje. Genial como siempre, Doña María.

Unknown dijo...

no hay que preocuparse... siempre se podrán hacer unos agujeros en la tapa, o en la base y colocar el cuerpo boca abajo (claro que habrá que cavar un poco más en esa zona), y siempre nos queda, la higiénica, eficaz, sencilla y rápida... incineración.

Marisa dijo...

Pobre María, mira que la entiendo. Yo lo fui hace años, pero los mios se quedaron en miserables ciruelas. Pero no desistí, no no no noooo, hablé con el banco y ya hace como 15 años que mis melones germinaron, 'ingertados' eso sí, pero melones al fin y al cabo. Si uno desea mucho algo, y no desespera, acaba por conseguirlo (aunque no siempre como quisiera)... Un besazo, Dña. María.

Fernando Gili dijo...

Me gusta su melonar. ¿Ya se lo había dicho? Por cierto, llevo horas esperando a sus nietas pero no llegan...
Siempre suyo.
Un completo gilipollas

Érika Gael dijo...

De tetas va la cosa, definitivamente. No sé si felicitarla por su potente delantera y su gran artículo, Doña María, o sentirme ofendida por el plagio descarado de la temática de nuestros blogs :P.

PD: Creo que dejaría comentarios por aquí más a menudo si me diese usted la opción de insertar mis respuestas SOBRE EL TEXTO! jajaja

Ángeles Ibirika dijo...

¡jajajaja!
Va a ser cierto el dicho de que tengamos cuidado con lo que deseamos. Soy testigo viviente de eso... (Y no lo digo por lo de las tetas... aunque también ¡jejeje)

Srta. MariSuZi dijo...

Doña Maria,
Creo que la moraleja ya se cual era, siempre se desea lo que uno no tiene. Que tengo el pelo rizado pues lo quiero liso, soy alta, pues quiero ser más baja, y asi un largo sin fin de cosas. Seguro que al principio la tal Maria estaba muy contenta con sus nuevas curvas pero a lo largo del tiempo cada vez ha sido mas incordio que ventaja... pero cuando uno se encapricha de algo.. no piensa en las consecuencias...

Nieves dijo...

jajaja.
Doña María, hace un aire desagradable, me he levantado muy pronto, tengo mil cosas por hacer y se me acaba de rompeer una uña. Vamos, que preveía un asquito de día.
Asíq ue me he dicho: a ver si esta buena mujer nos ha colgado algo.
Y aquí está.
Hala, ya he soltado la carcajada mañanera y veo el día de otra forma.
Gracias por alegrarme.

Besos fuertes

Nieves dijo...

Doña María........ ¿se ha planteado usted reunir todos sus chascarrilos en un libro y publicarlo?
Sería un bombazo.

Más besos

Jo Grass dijo...

Pues yo también creo que lo de cerrar la tapa del ataud es un mal menor, pero está claro que ni tanto ni tan calvo. Una nunca está satisfecha aunque ahora te puedas cambiar el volumen de las tetas a voluntad como las celebrities, pero lo de ser la reina de los melones igual es un castigo, por tanto desear, jajaja

Maria dijo...

Buenas dias Doña Maria,no me diga como vine a parar a su pagina,pero me quedo por aqui si no le parece mal,ya que he disfrutado de lo lindo leyendo sus achaques,sus historias,sus todos(creo q esa palabra esta mal empleada,pero bueno)y quiero seguirle diariamente sus entradas,como ésta ultima...los deseos son cajas envueltas,que no sabes que habra en ella hasta que no la destapes,y como dijo Pilar,el deseo se puede hacer realidad,hay q tener muxo cuidado con ellos.

Me ha encantado conocerla,ya me vera muxas veces mas por aqui.

Un saludo

L dijo...

Doña María, cuanto lamento.
Tanto desear y mira.

Yo, por desgracia, nunca quise unos melones y melones me dieron; ya recuerdo que las ciruelas me molestaban porque salieron cuando no debieron y ahora bueno... tiro como puedo. Y mira que la tapa nunca la cierro.

Un beso

Camaleona dijo...

Menos mal que se le ha olvidado la moraleja, porque empezaba a darme un poco de miedito la lección que pretendía enseñarnos con este cuento tan bonito de maría y sus melones...